Resumen
La consolidación de la llamada Sociedad del Conocimiento, a esta altura, nos reclama trascender el anecdotario sobre sus efectos disruptivos para pensarnos en relación a un mundo con características diferentes. Debatir interna y regionalmente este posicionamiento es uno de los principales desafíos que afrontamos en el presente. Sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de una mutación que está en su etapa inicial, con efectos que abarcan desde el sistema productivo hasta el modelo institucional, pasando por las prácticas políticas, la dinámica del campo social y los procesos de subjetivación. En este contexto, los países que tengan mejores reflejos –sin negar, por supuesto, la insoslayable gravitación de los factores históricos, geopolíticos y macroeconómicos– contarán con una importante ventaja comparativa. No solo por el sentido de la oportunidad, sino por el valor estratégico que estas discusiones tendrán en la reconfiguración cultural.