Resumen
El Conurbano escapa a cualquier designación estanca. Es una trama de signos, saberes y experiencias “sacándose chispas”. Un territorio “palimpsesto” con historias superpuestas de lenguajes, culturas, luchas compartidas. ¿Hay un “tono del noroeste”? Aún hay que definirlo, seguir haciéndolo. Pero no desde categoría sociológica o política alguna, sino desde la propia “vitalidad de las multitudes” que lo habitan.
En María Pía López (Centro Cultural UNGS) y Eduardo Balán (Culebrón Timbal) hay un afán, una apuesta: la de hallar ese tono, configurarlo, tanto desde la confluencia del arte con la política, la del arte con su propia politicidad, la que “asalta al espectador/alumno” en su habitualidad, como desde la articulación entre espacio/territorio cultural, universidad y comunidad. Con una (toda) universidad (nacional, conurbanera, pero toda) con el deber de formar públicos, amplificar “consumos culturales”. Y un (todo) Espacio Cultural como ámbito/trinchera de resistencia, creación, comunitarismo.