Resumen
Se podría decir que la filosofía no tiene objeto, como otras disciplinas o saberes, o bien que su objeto es el más inasible de todos: el sí mismo. El problema es que dicho así la mayoría imagina el yo, el individuo, el solipsismo y demás tópicos insalubres. Por eso lo reformularía de este otro modo: la flosofía es la práctica que se aplica sobre sí misma, sobre los modos de producción de conceptos más que sobre su propia historia, sobre singularidades fuertes que han producido torsiones conceptuales en nombre propio, anudando las experiencias vitales de su tiempo a un modo único de pensarlas en común. La filosofía no es solo conocimiento, sino un modo riguroso y complejo, abierto y creativo de responder a las preguntas más urgentes de su época, replanteándolas con nuevos conceptos, llevándolas a un terreno donde sean composibles a través de múltiples procedimientos: políticos, científicos, artísticos y amorosos. La filosofía se prepara y es preparación para dar lucha en múltiples ámbitos, niveles y terrenos; sus técnicas, estrategias y operaciones son múltiples y efectivas cuando se aplican con conocimiento de causa, con el coraje de la verdad expuesta y la implicación del sí mismo, sin esperar nada a cambio. O quizás, apenas, con la idea material de ofrecer un acto implacable que sea ejemplo-ejemplar de un modo posible de decir, de pensar, de vivir junto a otros; que no es para todos obligatoriamente pero sí para cualquiera que lo desee.