Resumen
A quien no haya asistido nunca a una jam, al lector ajeno al mundo de los fichines se le hará difícil imaginar la vorágine de sensaciones que se desprenden ahí. ¡Y de aromas! Con todo respeto. Es que, por el ritmo tan exigido, muchos, no tienen tiempo de ducharse y, de dormir, apenas. Es la emoción de ver el primer prototipo funcional de lo que podría ser el juego fnal. La adrenalina desde el primero al último día. El pánico al ver que el reloj avanza. La bronca del fanático porque se acabó la chocolatada...
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