Resumen
Desde mediados de los años ‘70, se habla con frecuencia, en la teoría política, de una paradoja: una vez que los países, en general, se democratizaron o estaban en vías de hacerlo, la democracia comenzó un proceso de des-democratización. Algunos llamaron a este fenómeno “crisis de legitimidad”; otros, “paradoja democrática”; otros democracia como signië cante vacío (en el sentido peyorativo del término); algunos apostaron al quiebre entre la política y lo político como epistemología excluyente; otros apuntaron a subrayar que, así como la democracia tenía como presupuesto al capitalismo, una vez convivientes ambos, ella perdería paulatinamente su sentido. Lo cierto es que, con excepción de los últimos años de América Latina, en donde (como aconsejó Jürgen Habermas para Europa), la política se animó a polarizar y crear mayorías y eso “salvó” a la democracia, el diagnóstico en torno a la democracia es sombrío.