Resumen
El último paso empieza al dar el primero. La distancia recorrida entre un espacio artístico subsidiado por el Estado y su distribución debería ser la más corta, el camino más lógico y breve. El Estado, al subsidiar, intenta no discriminar –en función de su más honesto sentir democrático– y sería interesante poder debatirlo, en tanto discriminar es individualizar el análisis y no aplicar reglas masivas que no son necesariamente igualitarias.
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