Resumen
En tiempos de crisis económica, descontento ciudadano, políticas neoliberales, acuerdos con el Fondo Monetario Internacional y aumento de la conflictividad en las calles, la comparación con el año 2001 –y su desenlace– circula cotidianamente con cierta inevitabilidad. A menudo escuchamos intervenciones de periodistas en la radio y la televisión que trazan paralelismos entre ambos contextos y/o buscan marcar los términos de su distinción (otro tanto cabe para los editoriales de los diarios), también encontramos presente dicha comparación en los discursos de la clase política y en los cálculos de la alianza gobernante, tanto como en comentarios de gente de a pie –en charlas informales entre familia, amigos y vecinos– donde sobrevuela el espectro de la crisis del 2001 y las vivencias asociadas a ese entonces. Pareciera que diciembre del 2001 se erige como el espacio y el tiempo al que no se ha de volver, sea para conservar la gobernabilidad, sea para evitar el default fnanciero, sea para no sufrir los embates materiales de la pobreza y la indigencia.