Resumen
La ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, dijo, luego de que el médico Lino Villar Cataldo asesinara a quien intentó robarle el auto, que “la víctima fue el médico y no hay que perder de vista este concepto”. El presidente Mauricio Macri dijo que “el carnicero” Daniel Oyarzún, quien mató con su auto a uno de los ladrones que habían entrado a su comercio, “es un ciudadano sano, querido, reconocido por la comunidad, él debería estar con su familia, tranquilo”. El discurso securitario, tras un breve apagón en el inicio de la gestión de Cambiemos, se reactualiza sosteniendo las mismas regularidades que en los últimos veinte años: por un lado están las víctimas que son parte de una ciudadanía sana, querida y reconocida por la comunidad y, por otro lado están quienes merecen morir, a quienes no les asiste ningún derecho. ¿Cómo se gestó este escenario en el que desde las más altas autoridades estatales se legitiman asesinatos disfrazados de actos de justicia?