Resumen
Un acontecimiento extraordinario se está gestando este 8 de marzo: el primer Paro Internacional de Mujeres, sostenido de manera simultánea en 55 países como “respuesta a la actual violencia social, legal, política, moral y verbal experimentada por las mujeres en diversas latitudes”,1 donde se exige a los gobiernos medidas efectivas para resolver los numerosos reclamos de una agenda feminista, antiracista, antiheteronormativa, y contra el neoliberalismo. Una propuesta de tamaña envergadura, lejos de ser un hecho espontáneo, es producto de un proceso organizativo tramado durante meses.
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