“Somos la última generación que recuerda cómo era vivir sin pantallas, sin notificaciones, sin conexión permanente. Y la primera en vivir atrapada en la hiperconexión”, suele decir Franco “Bifo” Berardi. Es cierto, pero qué mundo hicimos los nacidos acá y allá antes de las pantallas. En todo caso, había otras pantallas, otras tecnologías. No vamos a idealizar el pasado, pero sí podemos usarlo como semilla, para transmitir prácticas sensoriales que no fueron del todo capturadas, que buscan esquivar el cono perceptivo: experiencia compartible, situada, territorial, más allá de lo difícil que se ha vuelto definir un territorio.
Salimos a desempolvarnos de prejuicios, de mandatos, como Jacotot, como Chico, como los haikus de Homero, que juegan con las formas para crear, para habilitar, para romper la ilusión de que no hay alternativa a la estandarización, a la automatización. Para liberar la imaginación, la historia colectiva… de la extracción colonizante, del límite cognitivo, de un “pensamiento” estadístico que anula silencios, dudas, heterogeneidades. En Futuros Comunes salimos a jugar con el límite, a desafiarlo, porque el porvenir no es auspicioso, porque nuestros lenguajes se rompen y se homogenizan como las respuestas de muchos estudiantes, de muchos profesores. Tenemos buenas preguntas, construiremos otras respuestas.
[Extracto del Editorial]