Resumen
Cada 16 de septiembre se nos presenta, a quienes sentimos el deber de conmemorar el trágico hecho de la Noche de los Lápices, una oportunidad para recrear experiencias, evocar imágenes, tejer tramas de la memoria y, sobre todo, proyectar nuevos horizontes. Porque la memoria colectiva no es solo una pugna sobre las interpretaciones del pasado, sino los significados que elaboramos de nuestro presente y, en especial, de nuestros futuros posibles.
Ya hemos visto que el mero hecho de recordar, u olvidar, determinados acontecimientos no nos garantizan su carácter transformador, y es por ello que debemos complejizar los procesos de trasmisión de la memoria.
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