Resumen
El imaginario político neoliberal se funda en un ascetismo mercantil, bajo una apariencia no simbólica, de relación no mediada, transparente e iconoclasta. Apariencias, ya que su simbología, su iconografía, tiene una abrumadora presencia naturalizada: la cristiana, tomando el derrotero del cristianismo norteamericano sesentista/setentista del club 700. Es decir, el evangelismo protestante, de Bill Graham, la que abjura del símbolo (aparentemente, siendo el juego de espejos y espejitos de colores uno de los fundadores de esta tradición conquistadora), en función de afianzar el vínculo entre las personas, en una suerte de iconoclastia transmutadora, sin mediación. En relación directa con el poder, encarnándolo: la palabra de Dios (capital) en la tierra. Sacerdotes y empresarios, bajo un mismo esquema de relación política no mediada: no son representantes de un ideario, son ellos encarnaciones performáticas de dioses (espirituales, materialistas) en la mismísima tierra.
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