Resumen
La disociación entre el arte y el trabajo no es sólo un enunciado con aires románticos. Con el capitalismo, el ámbito laboral devino un terreno dignië cante, alejado del arte en tanto práctica vinculada al uso del tiempo libre. El idealismo decimonónico en defensa de la autonomía del arte se cristalizó en imaginarios que enfrentan su valor simbólico al del trabajo administrado por las demandas de la economía. Hubo vanguardias artísticas que supieron señalar críticamente esta tensión al visibilizar sus condiciones de producción y circulación pero bajo el paradigma moderno, persistió la noción del artista concebido como un sujeto que sobrevuela las necesidades mundanas. Su figura, estetizada hasta lo maldito, modelizaba un territorio de libertad y hedonismo en sociedades sustentadas en el trabajo alienado. Esta idea tiene vigencia aún en las escenas artísticas con temporáneas, que a pesar de la profesionalización, el exitismo y su protagonismo en las “economías creativas”, continúan signadas por la invisibilidad de su dimensión laboral.