Resumen
Afrontar el desafío que el neoliberalismo plantea para las democracias en nuestro continente supone desentrañar el carácter sacrië cial de su ética. Es allí, en esa ética del más fuerte que legitima la necesidad de sacrië car a los individuos concretos para dejar florecer al verdadero agente de mercado, donde reside cierta clave desde la cual pensar el cansancio de las democracias de nuestros Estados nación. O, lo que es lo mismo, dicho cansancio no se sigue sólo de la incipiente devolución al mercado de muchos de los derechos asumidos por la gestión colectiva a través del Estado, ni tampoco se sigue sólo de privilegiar la acumulación económica por sobre otros derechos, sino también, especialmente, del lastre que suponen para la democracia los procesos de subjetivación propios del capitalismo que el neoliberalismo emplea como marcas para distinguir las sociedades modernas de las anticapitalistas, tercermundistas o, simplemente, idiotas.