Resumen
Es un domingo cualquiera en abril de 2016, en casa. Sólo que no lo es. La Cámara de Diputados de Brasil está votando la apertura del proceso de impeachment a Dilma Rousseff. Miro la sesión en vivo a través de youtube y cada tanto le comento a mi pareja, que vivió una década en Brasil, lo que escucho, anonadada. Los discursos, si es que puede llamársele así a las alocuciones de quienes están a favor de enjuiciar a Rousseff, son una combinación de lo insólito, lo ridículo y lo patético. No usan su tiempo para justificar el voto y argumentar por qué consideran que debe ser juzgada, o en qué sentido se trata de un “crimen de responsabilidad”, como categorizaron a las pedaleadas fiscales, que otros gobiernos habían usado antes a nivel nacional y contemporáneamente a Dilma, a nivel estadual. El micrófono es usado, en cambio, para formular dedicatorias de su voto pro-impeachment. […]